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ARANTZA PRÁDANOS
Lunes, 19 de junio 2006, 02:00
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'Zona militar. Prohibido el paso'. Se crea o no, esta interdicción, a menudo inquietante para el ciudadano, tiene alto valor ecológico. Ha sido el conjuro que ha preservado la riqueza biológica y paisajística de enclaves únicos en la geografía española. Las Bardenas Reales, digno escenario para una película sobre Marte; el archipiélago de Cabrera, donde el Mediterráneo asediado resiste virgen; las dunas de Médano del Loro (Huelva), mecidas por el Atlántico; el mítico monte Teleno (León), hogar de divinidades romanas; las Islas Chafarinas, reserva de las últimas focas monje del Mediterráneo... son parajes con un punto en común. Todos ellos alojan áreas de uso militar donde, por eso mismo, la naturaleza ha podido conservar todo su esplendor.
«Donde se construía un campo de tiro o de maniobras, no se han construido autopistas, ni bloques de apartamentos, ni centros comerciales», recuerda el presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Carlos Martínez. El desarrollo urbanístico, el turismo, las infraestructuras, la agricultura, la caza... han retrocedido ante los espacios protegidos por el marchamo militar. A cambio, unas pocas veces al año disparos, detonaciones y marchas castrenses perturban la paz de estos lugares. En alguna de estas parcelas, ni siquiera eso porque su utilidad es más estratégica que funcional. En cualquier caso, el balance es positivo. Lo percibe un buen número de especies, que se sienten a salvo de la presión humana 'civil' y buscan refugio en áreas de milicia.
«Algo deben de tener los campos militares cuando los naturalistas los rondamos tanto», conviene Miguel Delibes de Castro, biólogo, investigador del CSIC con un sinnúmero de incursiones -«pidiendo permiso o sin pedirlo»- en zonas de control militar para hacer seguimientos de lobos, ginetas, lechuzas, halcones peregrinos, incluso linces. Es uno de los doce naturalistas y científicos de renombre -junto a Joaquín Araújo, Benigno Varillas o Juan Luis Arsuaga, entre otros- que glosan la riqueza biológica de estos 'Espacios Naturales de Defensa', compilados ahora en un libro monumental recién salido del horno.
Teide y Atapuerca
Con prólogos del Príncipe de Asturias y del nuevo titular de Defensa, José Antonio Alonso, incluye fotografías espectaculares de los 33 ecosistemas de gran riqueza ecológica gestionados por el Ejército. Algunos en desuso, como el archipiélago de la Cabrera, primer parque nacional marítimo terrestre de España, y un paraíso de aguas prístinas para la avifauna marina del Mediterráneo. Otros operativos, el campo de maniobras de El Teleno, uno de los mayores y más hermosos, con más de 6.000 has. de superficie; el área de adiestramiento de la Sierra de El Retín, cuajada de alcornoques; el valioso monte mixto mediterráneo -encinar, madroñal, alcornocal, quejigar...- de Cerro Muriano, en la serranía cordobesa; el campo de las Cumbres del Teide (Tenerife), subido a la cima del país... incluso varios de los yacimientos de Atapuerca, orgullo de la paleoantropología internacional se enclavan dentro de la base de Matagrande (Burgos).
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